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Andreu Pitarch
A Andreu Pitarch (Barcelona, 1994), —que ha ocupado el sillín de batería de la Clasijazz Big Band Profesional—, lo del ritmo le vino de nacimiento. Dicen que antes de dar sus primeros pasos ya tamborileaba con sus dedos diminutos todo cuanto se ponía a su alcance, toc tac toc, en la trona a la hora del biberón madrugador, tic, tac, tic, en el vaso durante el almuerzo, tim, tam, tum en los barrotes de la cuna a compás de los sones —pongamos que de Art Blakey y sus mensajeros del jazz o, acaso, del Alphonse Mouzon de Weather Report, o tal vez del Philly Joe Jones del combo de Miles Davis— que le llegaban desde la sala donde sus padres aguardaban a que se durmiera escuchando vinilos. ¡Vana esperanza, cómo se iba a dormir! Sus padres —aficionados al jazz y comprometidos con el mundo cultural— viendo su resuelta obstinación y antes de que echara abajo media casa decidieron comprarle una baby drum adecuada a su edad y aquello fue como quien tiene una alucinación. Sentado frente a ella pasó más de media infancia zumbando sin descanso los ritmos que bullían en su memoria pero sin saber aún quienes eran Blakey, ni Elvin Jones, ni Max Roach ni siquiera qué era esa cosa llamada jazz. Y un recuerdo vivaz de uno de los muchos conciertos a los que le llevaba su madre: Weather Report, asombro, perplejidad, sorpresa. El jazz vino después y la batería destrozada: «¡Es que me gusta tocar la batería, no puedo evitarlo!», hubiese argüido remedando las palabras del veterano Roy Haynes de haber sabido de él entonces. Como su inclinación iba in crescendo su padre alquiló un pequeño local por horas para que pudiera tocar y allí donde continuo dando pábulo a su afición y golpes a los parches y al poco al Taller de Músics donde de la mano de Javier Crespo Maurel —batería y colaborador de legendarias bandas como Orquesta Platería, Mirasol Colores y de artistas como Olga Guillot, Mayte Martín, Martirio o Peret— encauzó su ideario hacia ritmos a lo latino, sobre todo del batería y percusionista cubano Horacio Hernández ‘El Negro’. En 2012 —recién estrenada la mayoría de edad—, su pasión le llevó a la ESMUC (Escuela Superior de Música de Cataluña), donde continuó su formación bajo la tutela de profesores como Lluís Vidal, Horacio Fumero, Albert Bover o Joan Díaz y en especial David Xirgu, gran baterista, pedagogo y responsable de la celebrada master class titulada El batería es un provocador. Filosofía y rol de los bateristas. Fue Xirgu quien le orientó en los entresijos de la batería de jazz a través del arte del beat de Max Roach, y allá devoró el tiempo entre clases y ejercicios, mucho Max Roach, los discos del quinteto con el trompetista Clifford Brown, sus grabaciones como solista, transcripciones de sus solos… pero la misma inquietud, creciente obstinación….… e insaciable curiosidad le guiaron en 2014 hasta Ámsterdam donde estudió durante un año en el Conservatorio de la ciudad de los canales y los mil garitos de música en vivo, pero también del impresionante Bimhuis —el nuevo, el antiguo situado en el distrito rojo fue fundado hacia 1974 por un grupo de improvisadores reunidos bajo el acrónimo de Bim—. Sus horizontes se ampliaron, estableció nuevas relaciones entre otras con algunos paisanos. Considera aquella experiencia valiosa por la diversidad de músicos de diferentes ámbitos geográficos y filiación estilística… Pero su ambición y hambre de aprendizaje lejos de cesar, fue en aumento. Dos años después, en 2017, fue admitido para realizar un máster (Master of Music) en la prestigiosa Manhattan School of Music de Nueva York, donde se graduó con honores (summa cum laude) en 2019. Estudió con maestros del jazz tales como el vibrafonista Stefon Harris, el saxo Dave Liebman, el pianista Phil Markovitz o los bateristas Kendrick Scott y John Riley, entre otros. Seguro que, entre baquetazos y bolos, se empapó de los nutritivos textos del maestro Riley como The Art of Bop Drumming, Beyond Bop Drumming, The Jazz Drummer’s Workshop o The Master Drummer DVD. Sobre el sistema enseñanza de la Manhattan School subraya con especial énfasis el que todas las clases se impartían tocando, fuesen de improvisación, armonía, pedagogía o historia, verbi gracia, si tocaba la época del hot, pues explicación del estilo y repiqueo hot en los cantos de la caja.